viernes, 24 de junio de 2011

La sociedad en que vivimos



En nuestra sociedad:

  • es preferible ser explotado que no serlo (parado);
  • los trabajadores defienden con uñas y dientes su propia explotación y son ciegos para ver sus cadenas;
  • el poder económico (el gran capital, la banca, las multinacionales) controlan y dirigen el poder político y mediatico;
  • los partidos de izquierda han renunciado a acabar con el capitalismo y contribuyen a lavarle la cara y a sacarlo de sus crisis y contradicciones;
  • los sindicatos principales están domesticados y son simples aditivos que se adaptan y apoyan al sistema
  • se ha logrado la desmovilización, la pérdida de conciencia de clase y se ha impuesto unos valores de consumo y pseudoprogreso.
¿Qué se puede hacer?


¿Qué se puede esperar?

1 comentario:

  1. A propósito de la tecnología que todo lo invade en este final y principio de siglo y de los peligros que para nuestra integridad y la del planeta pudiera suponer, me he permitido enviarte una cosilla que escribí hace unos años en clave de humor. Espero que te guste

    LA GUERRA DE LOS BOTONES

    No se ponen muy de acuerdo los expertos al definir la sociedad de salida y entrada de siglo. La han llamado de todo: sociedad postindustrial, postmoderna, de la información, del conocimiento, del aprendizaje, de la inteligencia... , pero si a mí me dieran a elegir, le pondría sociedad de los botones.
    Porque te despiertas y lo primero que haces es buscar ansiosamente el botón del despertador para hacer callar su intempestivo zumbido; y por las noches, tras una jornada apretada–nunca mejor dicho- de botones, pulsas por última vez el interruptor antes de ponerte en manos de Morfeo.
    En fin ¿Ha pensado alguna vez cuántas veces aprieta un botón a lo largo del día? Yo lo he hecho –a algunos les da por ahí- y me he quedado estupefacto. De la lavadora al microondas, del transistor a la cafetera todos los electrodomésticos tienen algún botón que tocar y cuanto más sofisticados más. Y luego están los teléfonos, que abandonaron ya aquella ruedita giratoria, y los ubicuos móviles. Calculen por curiosidad el número de llamadas diarias que hacen, multipliquen por nueve dígitos y tendrán un primer resultado de botones pulsados, eso sin contar con que usted se dedique a mandar mensajes.
    Pero lo más curioso es que el botón ha invadido nuestra existencia tanto en las horas de trabajo como en los momentos de ocio. El mando a distancia es hoy el rey del ocio y el ordenador es la mejor herramienta de trabajo, que ha sabido compatibilizar sin embargo ocio y negocio. Pues bien, si cuentan las veces que pulsan el teclado, se quedarán sorprendidos. Este artículo, sin ir más lejos, tiene en su haber más de 2600 botonazos. Eso sin contar los retrocesos, las correcciones o los errores.
    Porque esa es otra. En este mundo lleno de botones es muy fácil confundirse. No sé si les habrá ocurrido alguna vez que intentan llamar por teléfono al jefe de mantenimiento y les contesta una señora de Móstoles. En estos casos más que una saturación de líneas achacable a Telefónica, suele ser un cruce de cables del que hace la llamada. Pero este tipo de errores pasa hasta en las mejores familias. Recordarán seguramente cuando un parlamentario votó por error en contra de su grupo. O aquél otro que lo hizo con las extremidades inferiores. Sin embargo, el último caso ha sido el más sonado. Tres astronautas abandonaban la estación espacial internacional y uno de ellos –no se precisa quien ni con qué- pulsó el botón equivocado, costando un pastón extra a las ya exiguas arcas rusas.
    En fin, que nadie está libre de errores. Por eso, me pongo a temblar cada vez que pienso que nuestro futuro depende de unos señores que tienen en su manos el botón nuclear.

    ResponderEliminar

Las opiniones libres y críticas serán siempre bien recibidas, siempre respetando todas las opiniones